4 soluciones para lidiar con el estrés en los entrenamientos

 
 
Un estudio del British Journal of Sports Medicine, explicaba que los corredores podían lastimarse con mayor facilidad si competían molestos, confundidos, fatigados, tensos o deprimidos.
Esto no quiere decir que sólo puedes correr cuando estás absolutamente tranquilo. El cortisol y la adrenalina (hormonas de lucha o emoción) pueden potenciar el desempeño si se liberan en pequeñas cantidades. Cuando los niveles de cortisol se elevan durante mucho tiempo, tus músculos y sistema inmune no funcionan correctamente.
Entonces, ¿qué debe hacer un corredor en estos momentos específicos de tensión? Estando consciente de cómo el estrés puede impactar en tu entrenamiento serás capaz de mantener la calma y mantenerte saludable.
 
Estás distraído
Sin importar que hayas dejado atrás los problemas en la oficina o superado la última discusión con tu pareja, cuando estás decaído eres menos lúcido para prestar atención a todo, desde una postura correcta para correr hasta los baches que hay en el camino. 
La solución: Cuando estas agobiado es complicado disfrutar de las carreras. Por lo anterior corre en un camino plano, con superficie estable y que el entorno te tranquilice. Otra opción: trota en la caminadora y echa a andar tu iPod, la música es un probado demoledor de estrés.
 
Estás enardecido
Resiste el impulso de salir a realizar un esfuerzo intenso. Eres más vulnerable a cansarte si estás estresado, y cuando inicias tu carrera agotado, tu organismo sufrirá. Tendrás problemas para mantener una postura adecuada y estarás luchando con tus zancadas. Estas cosas pueden causarte una lesión, especialmente durante un chequeo o un entrenamiento por intervalos.
La solución: Tómalo con calma e imprime un ritmo cómodo. Corre con alguien cuyo paso por kilómetro sea aproximadamente un minuto más lento que el tuyo. Debes poder entablar una conversación sin que se entrecorte la voz. Al mismo tiempo, el desahogarte con un amigo de carrera puede ser terapéutico.
 
Estás demasiado tenso
Estás sentado frente a la computadora y de repente te das cuenta que tus hombros están muy elevados y que tu mandíbula está apretada. Es natural para los músculos contraerse, pero si empiezas a correr inmediatamente después de un día difícil, puedes lastimarte, especialmente alguna parte resentida o que ya esté débil.
La solución: Mejora tu flexibilidad y fortaleza, especialmente en puntos vulnerables. Asimismo, los entrenamientos de fuerza y flexibilidad te ayudan a escuchar a tu cuerpo. Durante un masaje, una sesión de flexibilidad o una tarde de pesas, podrías notar que tu muslo izquierdo está mucho más tenso o más débil que el derecho, por ejemplo. Trabajar para resolver dicha situación puede ahorrarte una terapia física difícil más adelante. 
 
Estás comiendo mal
Cuando no se tiene el tiempo o la energía para cocinar, muchas personas optan por la comida rápida, mientras que otras se saltan las comidas. De cualquier modo, tu dieta sufre. Y lo que es peor, los nutrientes saludables que consumes no se absorben por completo. Una mala digestión pude llevar también a una pobre absorción de nutrientes y esto, a su vez, a una pérdida de tejido muscular.
La solución: Comiendo seguido y en pequeñas cantidades que incluyan proteína, carbohidratos complejos y grasas monoinsaturadas (como zanahorias, guacamole o pan tostado de trigo entero) ayuda a equilibrar el azúcar en la sangre. Esto mantendrá activo tanto el metabolismo como el tracto digestivo y hará más sencillo tolerar botana no tan saludable.