Cuando correr te estresa

Estoy parada en la cocina de mi departamento en Nueva York, mirando fijamente al refrigerador. No estoy hurgando comida, solo miro la imagen pegada en la puerta: un calendario de entrenamiento para el maratón.

El plan es de dos páginas. No pude ajustar 16 semanas de entrenamiento en una hoja de papel, y eso en sí me provoca mucha ansiedad con la que debo lidiar cada mañana que reviso los ejercicios. El rol está cubierto con rayones de una pluma de tinta roja – un método que usaba para hacer cambios porque no solo estoy entrenando para un maratón, sino también trato de salvar una vida. Escanear el mar de color rojo me hace querer regresar a la cama en vez de calzarme los tenis.  No sé exactamente en qué momento mi relación con correr se volvió tóxica. En vez de que los kilómetros recorridos me liberen del estrés de un día ajetreado, y me den tiempo para meditar o eliminar mis bloqueos mentales, comienzan a añadir más tensión. Poner una alarma para ir a correr por la mañana me da miedo en vez de emoción, y preparar mi ropa para el día siguiente ahora me desespera, nada de esto me pone en el estado de ánimo adecuado para salir a entrenar.
Todas estas señales pueden indicar un problema, y David Siik, manager y creador de Precision Running en Equinox, en Los Ángeles, dice que tiene que ver básicamente conmigo. “Los corredores cometen el error de creer que su relación con el ejercicio se trata únicamente de emociones”, explica. “La realidad es que se basa en dos partes distintas e igualmente importantes: tus emociones acerca de correr y tu actitud.
Las dos están conectadas pero son muy diferentes”, agrega. Si correr se siente estresante, esa es una emoción, una que es fácilmente modificada con un cambio de actitud. Tiene sentido. La positividad inducida por endorfinas no es la única sensación asociada con correr. Existe la culpa como cuando no vas a la fiesta de cumpleaños de un amigo por ir a correr, la frustración cuando no llegas a tu ritmo adecuado, y el estrés de invertir tanto dinero en otro par de tenis.

Todos estos ejemplos poseen una connotación negativa porque, en el momento, también tenía una actitud negativa respecto a correr. Eso, por consiguiente, me hace sentirme estresada y afecta muchas cosas más. “El estrés recurrente (como de 16 a 20 semanas de entrenamiento para un maratón) puede afectar tu sistema nervioso, ocasionando incrementos en tus niveles de cortisol y cambiando los de testosterona”, afirma Siik. De acuerdo a la Asociación Americana de Psicología, eso ocasiona un efecto dominó con otros problemas físicos o condiciones graves de salud, incluyendo ansiedad, dolor muscular y un sistema inmune debilitado.

De hecho, un pequeño estudio publicado en 2013 en “NeuroImmunoModulation”reveló que los corredores recreativos que experimentaron niveles altos de estrés, ansiedad, y preocupación eran más sus ceptibles a una inmunidad debilitada que se experimenta comúnmente durante los entrenamientos físicamente largos. Y un estudio de 2012 publicado en “Medicine & Science in Sports & Exercise” descubrió que el estrés crónico psicológico ralentiza la recuperación de los músculos después de los ejercicios de resistencia. “El estrés involucrado en correr puede ser un ciclo doloroso”, apunta Siik. Pero ese ciclo puede ser eliminado. La clave es descubrir lo que desata tu actitud negativa respecto al ejercicio y tomar medidas para ajustarla. Te decimos cómo.

LESIONES

“Correr es, por definición, un tipo de estre- sante para el cuerpo”, dice Kate F. Hays, Ph.D., psicóloga del deporte y directora de Performing Edge en Toronto. Eso puede ser algo bueno hasta que las lesiones comienzan a afectar a tu cuerpo. Cuando eso ocurre, tienes dos elecciones: hacer una retrospectiva y solucionar el problema apropiadamente, o sobrellevarlo porque no quieres perderte ninguna oportunidad de correr. Elegir la última significa que podrías rápidamente caer en una actitud de resentimiento. “Pero la manera de convertir el correr en un estrés positivo es seguir un plan que sea efectivo para tu cuerpo en un periodo específico”, dice Hays. Una manera de hacerlo: “Pon atención a cómo se siente tu cuerpo cuando no estás corriendo”, sugiere Siik. ¿Cómo te sientes por las mañanas cuando sales de la cama? ¿Es diferente a los días cuando corres? ¿Qué hay acerca de una película, no la puedes ver completa sin tener que estirar tus músculos?
Estas cosas posiblemente ayuden a encontrar el culpable de las lesiones, y una vez que lo tengas, un cambio de actitud será lo que necesitas. Siik recomienda crear una nueva meta respecto a correr para solucionar el problema. “Tal vez reducir los kilómetros, hacer entrenamiento de fortaleza, o correr en la caminadora durante un par de semanas”, apunta. “Hacerlo puede ser divertido y revelador, y reduce el estrés porque tienes un plan en marcha para arreglar lo que ocasiona que asocies el dolor con tus kilómetros recorridos”, añade.

COMPROMISO DEL TIEMPO

Inscribirte en una gran carrera es la parte fácil pero encontrar el tiempo para entrenar adecuadamente es complicado. “No tener el tiempo suficiente lo hace sentir como una obligación, en vez de un desestresante”, afirma Jeffrey Brown, profesor de psicología de la Escuela de Medicina de Harvard y autor de “The Runner’s Brain”. Eso puede incrementar las emociones negativas porque no todos somos corredores profesionales. Si no te pagan por correr, no debería ser algo obligado.

Si lo es, entonces Brown dice que necesitas decidir si tienes tiempo para correr, y estratégicamente derrumbar las barreras que se interponen con tu tiempo en la pista. Tal vez requiera mucho tiempo preparar una comida, limpiar y correr. Una solución viable es poner a prueba un servicio de comida saludable a domicilio o asignar unas cuantas horas del domingo para preparar los alimentos de toda la semana. Resolver problemas en otras áreas de tu vida puede a final de cuentas ayudarte a cambiar tu actitud respecto a correr, para que la idea de entrenar en intervalos o en pendiente no parezca tan abrumadora.

METAS

Cuando tus metas son influenciadas por otros, puedes terminar olvidando por qué comenzaste a correr. La presión de los demás ocurre en todos lados, y la comunidad runner no es la excepción. Esto posiblemente ocasione estrés o aburrimiento porque tu entrenamiento quizá se siente como algo tedioso que debes marcar en tu lista de pendientes en vez de algo que te brinde alegría. “Muchos corredores se estrellan contra ‘el muro de la monotonía’ cuando repiten el mismo entrenamiento para el mismo tipo de carrera”, explica Siik. Como hacer un segundo maratón en vez de cambiar a una carrera de resistencia con velocidad. “Creo que los corredores son exploradores por naturaleza, así que cuando pierdes esa sensación por conocer el mundo, las cosas se vuelven cotidianas y a tu actitud le pasa lo mismo”. Antes de firmar en la línea punteada, Brown sugiere analizar por qué estás corriendo realmente. “Las metas sociales son buenas pero no pueden ser suficiente motivación”, dice. Si no tienes la convicción al cien, o tu ocupada agenda te impide entrenar, considera cambiar a una distancia diferente o intenta un nuevo formato de carrera para redescubrir tu sentido aventurero. 

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