CALIFICA A BOSTON CORREDOR CON PARKINSON

La línea de meta del The Great Run Marathon estaba a unos metros.
 
Michael Westphal, carpintero de 58 años,  había corrido de forma casí perfecta. Día soleado, a 21 grados en la zona de Cranberry Island, Maine, había jugado en su favor. En los primeros 16 kilómetros, logró mantener el paso de carrera, 8:05 minutos por milla (1.6Km) junto con su hijo, Brandon.  Agilizó su zancada en los siguientes 16 kilómetros cuando su amigo, Gary Allen, y su hermano, Rolf Westphal, se unieron. En la marca del kilómetro 32, chocó contra “el muro” pero logró salir adelante. 
 
Una vez que llegó a la parte final de la competencia –un tramo largo, recto, plano con cientos de espectadores – Westphal tropezó y cayó al piso. 
Él no estaba peleando por terminar el maratón, su primer intento en esa distancia en más de 20 años. También estaba peleando contra síntomas del mal de Parkinson. Simplemente cayó porque sus piernas no estaban recibiendo las señales desde su cerebro para seguir moviéndose. 
 
Westphal paró por un momento, se habló a si mismo, se puso de pie y con un par de paso temblorosos siguió. Después, volvió a caer. Se puso de pie de pie de nuevo, retomó el balance con las piernas temblorosas. A pesar de estas caída, pareció que Westphal no tenía intención de fallar, porque terminó los últimos metros del maratón corriendo. Cruzó la meta en 3:32.56, un tiempo suficientemente rápido para lograr la calificación al maratón de Boston. Además, sus esfuerzos valieron para recaudar 32,800 dólares para la Fundación Michael J. Fox.
 
 
“Terminar esta competencia va más allá de la emoción de un corredor. Fue una de esas cosas que sólo pasa unas cuantas veces en tu vida, si eres afortunado”, comentó Westphal quien fue un corredor competitivo en la escuela. Para 2006 fue diagnosticado con el mal de Parkinson y pensó que nunca volvería a correr. Pero el verano pasado, fue inspirado para regresar después de ser testigo de el reto de correr más de 500 millas por Estados Unidos, por parte de su amigo Allen. 
 
De pronto, Westphal se dio cuenta que los síntomas de Parkinson se disipaban cuando corría, así que puso los ojos en el maratón y comenzó sus entrenamiento. Su meta principal era estar en la línea de salida sin lesiones. Si lograba eso, Westphal tenía una siguiente meta: cruzar la línea final. 
 
 
“Una vez que comencé a subir el ritmo entre el kilómetro 16 y 32, deje de mirar mi reloj y corrí conforme me iba sintiendo. Sabiendo que mi ritmo estaba ayudando para calificar a Boston, los kilómetros volaron, supe que podía terminar la carrera mientras me mantuviera hidratado y no sufriera un inesperado golpe de calor”, comentó a Runner's World. “El único momento en que tuve un punto débil en la carrera, fue cuando baje el paso y tuve que caminar debido a los niveles bajo de dopamina en mi cuerpo”, dijo Westphal. “Creo que la medicina no hizo efecto porque ingerí demasiados líquidos”.
 
La verdad, tengo un ligero sentimiento de arrepentimiento por no poder correr de forma competitiva después de los 30 y 40s, y me pregunto que tan rápido pude haber sido sin no tuviera Parkinson. Pero vives con esas decisiones y te enfocas en lo que haces en tu nueva vida. Aún puede hacer que suceda la magia con un poco más pasión y esfuerzo”, finalizó. 
 
Con Información de Megan Hetzel