El día que Michael Johnson voló en el tartán olímpico

Son los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, Estados Unidos domina las pruebas de velocidad en la justa veraniega. Ahí está parado en el tartán, calentando, esperando a que su momento de cumplir con lo escrito en el papel que guardó todos los días en los característicos zapatos dorados llegara. Michael Johnson trabajó más de 6 años para convertirse en el hombre más rápido del planeta en 200 y 400 metros.

"Cuando trabajas duro, tienes la oportunidad de lograr esos triunfos que buscas por años, no quiero decir que no me costó trabajo o que no sufrí para conseguirlo, claro que me costó mucho trabajo, entrenamientos, sufrimiento, dolor, pero todo se resume a eso: 20 y 45 segundos sobre la pista dejando todo lo que tienes para ser el mejor", comenta el ex velocista en entrevista para Runner's World México en febrero pasado durante un summit en el cuartel global de Nike. 

Por algunos segundos el estadio donde tuvo lugar la competencia permaneció en silencio total, todos los competidores en el bloque de salida esperando el momento de explotar, de sacar los nervios y ser el mejor; sólo uno de ellos se colgará la medalla de oro: Michael Johnson detiene el cronómetro en 19.32 segundos en los 200 metros. "Fue un momento impresionante, estás en tu casa, con tu gente y sólo quieres salir con la victoria, recuerdo que previo a las competencias, pegué un papel en mis zapatillas para no olvidar la meta, para no fallar en cada entrenamiento, para saber que debía dar mi máximo esfuerzo para obtener una recompensa, de otra manera es imposible lograrlo", añadió el norteamericano. 

Tres días antes, el mismo ritual para Johnson, ahora el objetivo era lograr el oro en los 400 metros planos, en esta competencia se notó diferente, casi flotando sobre el tartán, disfrutando cada uno de los 400 metros (43.49 récord olímpico) en los que explotó al máximo y demostró que era el mejor corredor del mundo de la década e incluso, que se colocaría entre los mejores de la historia al ser el único en conseguir el título olímpico en la misma justa en los 200 y 400mts planos, sólo él lo ha conseguido.

"En realidad, no es algo en lo que piensas cuando vas a competir, piensas en cómo saldrás, en no cometer errores, tener una salida fuerte y cerrar fuerte, los récords son para las estadísticas, no es algo en lo que estés preocupado como corredor en ese momento, todo lo que está a tu alrdedor se olvida y sólo es dar una zancada a la vez para ser el más rápido", agregó.

Michael Johnson fue el rey de las pistas en la década de los noventa, su palmarés lo indica con 12 medallas de oro entre Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales de la especialidad, desde el oro en los 200m planos en el mundial de Tokio 1991 hasta su último metal áureo en Juegos Olímpicos, en los 400m en Sydney 2000, no hubo competencia en la que Johnson no estuviera en lo más alto del podio. 

"Después de todo, se trata de esto el atletismo. Y cuando digo esto, me refiero a disfrutar cada competencia, no sólo a ganar, hay que disfrutar cada una de las competencias, de los entrenamientos, si sólo te enfocas en ganar, pierdes noción de tus orígenes, del legado que puedes dejar, de la enseñanza que puedes dar a tus cercanos, no sólo es ganar, es disfrutar y ser mejor cada día contra ti mismo, contra nadie más", finalizó el velocista y hombre que alguna vez fue el más rápido del mundo.